Artrosis y relación con el dolor crónico
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Conocida también como osteoartritis, la artrosis es un enfermedad crónica y degenerativa que afecta a las articulaciones del cuerpo, destruyendo los cartílagos que son los encargados de recubrir las superficies óseas de cada articulación y permitir que el movimiento se realice sin dolor.
Según las cifras [1], Chile es el tercer país de Latinoamérica con más artrosis, las mujeres tienen un riesgo 2,6 veces mayor de desarrollarla en relación a los hombres de padecerla, sufrir desgaste progresivo e incluso llegar a necesitar una prótesis para mejorar su calidad de vida.
La artrosis se puede clasificar en primaria y secundaria. Siendo la primera de origen idiopático, es decir, no se conoce con certeza la causa u origen que gatilla la enfermedad. La artrosis secundaria es aquella que se desencadena de una enfermedad o afección previa, por ejemplo: la displasia o alguna fractura en la niñez.
Si bien, el desgaste de las articulaciones es la causa principal de la artrosis, también existen factores de riesgo como la edad, genética, tipo de actividad laboral, actividad física recurrente, menopausia, obesidad y traumatismo previo.
SÍNTOMAS DE LA ARTROSIS
En un comienzo el dolor en la artrosis puede ser muy variado, a veces progresivo y otras veces paulatino en el tiempo. Los síntomas más frecuentes son:
- Dolor en las articulares
- “Chasquidos”
- Limitación de movimientos
- Derrame articular
- Rigidez
- Deformidad
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Sin embargo, el síntoma que más alerta y preocupa al paciente es el dolor, el que se expresa cada vez que se utiliza o mueve la articulación y cesa cuando está en reposo. A medida que la enfermedad avanza el dolor se vuelve más recurrente, apareciendo incluso cuando la articulación está en reposo.
Una de las diferencias del dolor artrósico es que no es constante, lo que permite a las personas estar largos periodos sin dolor, aunque esto no significa que la enfermedad haya desaparecido, por el contrario, continúa avanzando, pero de forma silenciosa.
DOLOR CRÓNICO Y ARTROSIS
La artrosis causa que el cartílago articular se deteriore provocando que los huesos se vayan desgastando y aparezca el dolor. Cuando el cartílago desaparece, el hueso comienza a crecer por los lados, provocando la deformación.
A medida que la artrosis avanza, la calidad de vida de quien la padece disminuye drásticamente, ya que, si antes realizar una simple actividad o movimiento no requería un mayor esfuerzo, luego de diagnosticada la enfermedad, implica sufrir un intenso dolor físico, que con el paso del tiempo se agudiza hasta convertirse en crónico.
En el estudio [2] realizado por Beltrán, J. Et al,. se establece que “la prevalencia de la artrosis parece ser más frecuente y severa en mujeres, especialmente en el caso de la rodilla y las manos. Esta diferencia de sexos es notoria a partir de la menopausia y no se aprecia en edades más jóvenes. La artrosis de la columna es más frecuente y severa en hombres, alcanzando un 84% de prevalencia en estos frente a un 74% en mujeres”.
El dolor puede presentarse de forma habitual, con mayor frecuencia y tornarse crónico, puede también desarrollarse hinchazón o edema de la articulación afectada y aparecer los tan conocidos “chasquidos” al moverse. Las molestias pueden progresar, el dolor volverse intenso y requerir cirugía de reemplazo para mantener o recuperar una función adecuada de la articulación.
PREVENIR LA ARTROSIS
Aunque la guía clínica desarrollada por el Ministerio de Salud en el 2009 relaciona la artrosis con la degeneración natural de las articulaciones, para evitar la enfermedad existe una directa relación entre ésta y una buena dieta. Para ello, el consumo de alimentos antioxidantes, bajos en grasas saturadas y carbohidratos disminuiría la degradación del cartílago, que es la principal causa de la enfermedad [3].
El mismo artículo establece que tanto el sobrepeso como la obesidad son factores que propician la aparición de la enfermedad, por lo que recomienda que cada paciente debe bajar al menos el 5% de su peso para mejorar su condición.
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El ejercicio es otro factor que ayudaría a retrasar la artrosis, ya que mantener un metabolismo activo evita la inflamación de las articulaciones y, por ende, el daño del tejido articular.
VIVIR CON ARTROSIS
Una vez diagnosticada la artrosis, es importante que el paciente se interiorice acerca de la enfermedad y su curso. Aclarar a la persona que la enfermedad muchas veces deja una incapacidad funcional grave, es fundamental para evitar la ansiedad o angustia en el paciente.
En segundo lugar, se aconseja desarrollar junto a un especialista una tabla de ejercicios suaves, adaptada según la artrosis que tenga la persona.
El uso de fármacos junto con terapia física ayuda al bienestar del paciente, pues el objetivo principal del tratamiento es mejorar el dolor y la capacidad funcional del enfermo.
Al ser una enfermedad progresiva, su prevalencia aumenta junto con la edad, de ahí entonces que es más común en adultos mayores que en el resto de la población. Dada la naturaleza de la artrosis influye en la aparición del sedentarismo, lo que puede fomentar en un corto plazo la obesidad y con ello la presencia de otros males como la diabetes, colesterol, hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
DEPRESIÓN Y ARTROSIS
Al reducir la calidad de vida de quienes la padece, la artrosis puede provocar que el paciente sufra además depresión. Por lo mismo, se recomienda educar a la persona sobre su enfermedad e incentivar a que realice ejercicios, mantenga un estilo de vida saludable y cuide su salud mental, ya que le permitirán reducir el dolor y retomar el curso cotidiano de su día a día.
Buscar alguna organización que empodere al paciente y en la que pueda compartir su experiencia, es otra de las alternativas que ayudan a incorporar nuevas herramientas para hacer frente a la enfermedad y mejorar la calidad de ésta.
RECOMENDACIONES
Cada vez aumenta más la artrosis a edad temprana, lo que lleva a especialistas a hacer un llamado a las personas entre los 40 y 50 años, quienes, debido al sedentarismo, sobrepeso y falta de actividad física, han incrementado los diagnósticos de una preartrosis [4].
Además de la medicación y el ejercicio, los afectados deben controlar el peso, pues éste sobrecarga las articulaciones de los miembros inferiores y aumenta su deterioro.
Las férulas son otros de los elementos que alivian la carga que recibe la articulación, su uso debe complementarse con ejercicio para fortalecer el músculo de a poco.
Cuidar la postura, usar calzado cómodo y ayudarse de un bastón son algunas de las recomendaciones que favorecerá la marcha, evitarán caídas y ayudarán a mantener el equilibrio.
Como recomendación final, si se presenta alguno de estos síntomas o sospechas de padecer artrosis, es necesario acudir al médico, quien buscará el tratamiento más adecuado según cada caso.
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Referencias:
- [1] - [3] Ministerio de Salud, Gobierno de Chile. (2009). Guía Clínica Tratamiento médico en personas de 55 y más con artrosis de cadera y/o rodilla, leve o moderado. Recuperado 24 noviembre, 2019, de https://www.minsal.cl/portal/url/item/a01c4b10a7c5219ae04001011f017145.pdf
- [2] Beltrán, J. Rt. Al,. (2008). Artrosis. Recuperado 26 noviembre, 2019, de https://svreumatologia.com/wp-content/uploads/2008/04/Cap-21-Artrosis.pdf
- [4] Jorge Jaime, Márquez Arabia, & William Henry, Márquez Arabia. (2014). Artrosis y actividad física. Revista Cubana de Ortopedia y Traumatología, 28(1), 83-100. Recuperado en 26 de noviembre de 2019, de http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-215X2014000100008&lng=es&tlng=es.